domingo, 6 de mayo de 2012

Alfonso Guillen

Poetas de Honduras se unen en recital

San Pedro Sula, Honduras El 19 y 20 de abril se desarrollará en esta ciudad el Recital Nacional de Poesía Clementina Suárez, con la presencia de connotados poetas como Rigoberto Paredes, José Luis Quesada, José Adán Castelar, Juan Ramón Saravia, José González, entre otros. El encuentro se inaugurará el jueves 19, a las 10:00 am, en el salón consistorial de la Municipalidad de San Pedro Sula y contará con la presencia de Tulio Mariano Gonzales, ministro de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes, Scad. Los poetas invitados se dividirán en grupos y compartirán con estudiantes de varias universidades de la ciudad. También comparecerán en espacios públicos para ser escuchados y compartir su experiencia con los amantes de la poesía. El evento es coordinado por los poetas Jorge Martínez y Gustavo Campos. Este recital nacional también será una ventana para escuchar la voz poética de la nueva generación de autores. Apoyo En el montaje de este encuentro participan Editorial Grado Cero, la Alianza Francesa de San Pedro Sula, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras a través de la Dirección Cultural, la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes, el Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula, la Casa de la Cultura de El Progreso, la Dirección de Cultura y Turismo de la municipalidad sampedrana y la Editorial Nagg y Nell. Clementina Suárez nació en 1906 en Juticalpa, Olancho, y es uno de los nombres fundamentales de la poesía hondureña de vanguardia. En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa. Murió en Tegucigalpa en 1991.

Recital Poético

CLEMENTINA SUAREZ

CLEMENTINA SUAREZ El Regalo Quisiera regalarte un pedazo de mi falda, hoy florecida como la primavera. Un relámpago de color que detuviera tus ojos en mi talle - brazo de mar de olas inasibles - la ebriedad de mis pies frutales con sus pasos sin tiempo. La raíz de mi tobillo con su eterno verdor, el testimonio de una mirada que te dejara en el espejo como arquetipo de lo eterno. La voluble belleza de mi rostro, tan cerca de morir a cada instante a fuerza de vivir apresurada. La sombra de mi errante cuerpo detenida en la propia esquina de tu casa. El abejeante sueño de mis pupilas cuando resbalan hasta tu frente. La hermosura de mi cara en una doncellez de celajes. La ribera de mi aniñada voz con tu sombra de increíble tamaño, y el ileso lenguaje que no maltrata la palabra. Mi alborozo de niña que vive el desabrigo para que tú la cubras con la armadura de tu pecho. O con la mano aérea del que va de viaje porque su sangre submarina jamás se detiene. La fiebre de mis noches con duendes y fantasmas y la virginal lluvia del río más oculto. Que a nivel del aire, de la tierra y el fuego, el vientre como abanico despliega. La espalda donde bordas tus manos hinchadas de oleaje, de nubes y de dicha. La pasión con que desgarras en el lecho del mismo torrente inabarcable como si el mismo corazón se te hiciera líquido y escapara de tu boca como un mar sediento. El manojo de mis pies despiertos andando sobre el césped. Como si trémulos esperaran la inexpresada cita donde sólo por el silencio quedaron las cadenas rotas. Y en tus dedos apresado el apremio de la vida que en libertad dejó tu sangre, aunque con su cascada, con su racha, los árboles del deshielo, algo de ti mismo destrozaran. La cabellera que brota del aire en líquidas miniaturas irrompibles para que tus manos indemnes hagan nido como en el sexo mismo de una rosa estremecida. La entraña donde te sumerges como buscando estrellas enterradas o el sabor a polvo que hará fértiles nuestros huesos. La boca que te muerde como si paladeara ríos de aromas; o hincándote los dientes matizara la vida con la muerte. El tálamo en que mides mi cintura en suave supervivencia intransitiva, en viaje por la espuma difundido o por la sangre encendida humanizado el mundo en que vivo estremecida de gestaciones inagotables. El minuto que me unge de auroras o de iridiscencias indescriptibles. Como si a ritmo de tu efluvio soberano salvaras el instante de miel inadvertida; O dejaras en el mágico horizonte de luces apagadas el tiempo desmedido y remedido. En que apresados quedaran los sentidos y al fin ya sin idioma, desnudos totalmente. Como si ensayando el vuelo se quemaran las alas o por tener cicatrices se extenuaran los brazos. La piel que me viste, me contiene y resuma, la que ata y desata mis ramajes. La que te abre la blanca residencia de mi cuerpo y te entrega su más íntimo secreto. Mi vena, llaga viva, casi quemadura, huella del fuego que me devora. El nombre con que te llamo para que seas el bienvenido. El rostro que nace con la aurora y se custodia de ángeles en la noche. El pecho con que suspiro, el latido, el tic-tac entrañable que ilumina tu llegada. La sábana que te envuelve en tus horas de vigilia y te deja cautivo en él, duerme, sueño del amor. Árbol de mi esqueleto hasta con sus mínimas bisagras. El recinto sombrío de mis fémures extendidos. La morada de mi cráneo, desgarrado lamento, pequeña molécula de carne jamás humillada. El orgullo sostenido de mis huesos al que hasta con las uñas me aferro. Mi canto perenne y obstinado que en morada de lucha y esperanza defiendo. La intemporal casa que mi polvo amoroso te va ofreciendo. El nivel del quebranto o la herida que conmigo pudo haber terminado. El llanto que me ha lavado y que este pequeño cuerpo ha trascendido. Mi sombra tendida a merced de tu recuerdo. La aguja imantada con su impensable polen y sus rojas brasas. Mi gris existencia con su primera mortaja Mi muerte con su pequeña eternidad.

Julio Escoto Entrevista

COMO EL AGUA

POESIA HONDUREÑA COMO EL AGUA Por: Augusto C. Coello Como el agua de limpio y cristalino, como el agua de claro y transparente, como el agua cordial que en el camino calma la angustia de la sed ardiente. Como el agua que copia es astro de oro en el limpio cristal de su corriente; como hilo de agua diafana y sonoro, y parlero y sutil y refulgente... Asi quisiera ser... Que ansias Dios mio, de ser un fresco y candoroso rio en ignorada soledad florida; O ser aire, o ser piedra o no ser nada, y no carne maldita condenada a las hambrientas garras de la vida.

Froilán Turcios

POESIA HONDUREÑA Froilán Turcios (Froilán o Froylán Turcios; Juticalpa, 1875 - San José de Costa Rica, 1943) Poeta, narrador, editor, antólogo y periodista hondureño que junto a J. R. Molina fue el intelectual de Honduras más importante de principios del siglo XX. Fue ministro de Gobernación, diputado al Congreso Nacional y delegado de Honduras ante la Liga de las Naciones en Ginebra. Dirigió el diario El Tiempo de Tegucigalpa y fundó las revistas El Pensamiento (1894), Revista nueva (1902), Arte y Letras ( 1903) y Esfinge (1905) entre otras. En Guatemala editó los periódicos El Tiempo (1904) y El Domingo (1908) y en Honduras El Heraldo (1909), El Nuevo Tiempo (1911) y Boletín de la Defensa Nacional (1924). Imbuido de las luchas americanistas, fue secretario privado del guerrillero patriota Augusto César Sandino en Nicaragua, y en el plano literario amigo de Rubén Darío, Juan Ramón Molina y numerosas figuras del pensamiento universal. Realizó una férrea labor de defensa nacional denunciando la política del Gran Garrote implementada por Estados Unidos en la región centroamericana y caribeña. Fue un cuentista de finos rasgos preciosistas, inclinándose a los temas violentos. Froilán Turcios inició el cuento del siglo XX en su país. Además de cultivar una poesía preciosista, elaboró sus relatos como filigranas estilísticas. Sus textos en prosa, influidos por el italiano Gabriele D'Annunzio, se caracterizan por la pericia en la trama, el valor exacto y a la vez ornamental de las palabras y los finales inesperados o impactantes que marcaron luego buena parte del género en América Latina. Publicó la novela El vampiro en 1910, cuyo tema gira alrededor de la muerte: su estilo era modernista y por esa razón la realidad no se ve reflejada directamente en la obra. Al año siguiente publicó otra novela más breve, llamada El fantasma blanco. Entre sus volúmenes de poesía y cuento se hallan, entre otros, Mariposas (1895), Renglones (1899), Hojas de otoño (1905), Prosas nuevas (1914), Floresta sonora (1915), Cuentos del amor y de la muerte (1930), Páginas de ayer (1932) y Cuentos completos (1995).
ANHELO ETERNO Por: Froylan Turcios Turban con su vision mi anima inquieta seres y cosas de diverso modo. Me obsesiona tenaz una secreta ansia profunda de saberlo todo. Almas y formas sin cesar escruto. Voy tras la luz y cuanto miro observo: Desde el genial filosofo hasta el bruto, desde el rebuzno estolido hasta el verbo! La obscura flor, la piedra rutilante, el insecto, el reptil, el astro errante, la vida y la emocion, la muerte, el numen; toda la ciencia, la verdad y el mito, anhela contener en su infinito mi espiritu en un magico resumen.